Puede
esto leerse como algo ya muy repetido y contado durante esta semana en
Colombia, país donde habito y del cual me siento orgulloso de pertenecer. Me refiero
al paro agrario y todos los desórdenes que se han generado como consecuencia
del mismo. Una situación que arrancó como algo pequeño hace ya 11 días, momento
en donde si hubiera un gobierno que verdaderamente se preocupa por los
intereses de su población, se hubieran sentado a dialogar con ellos en serio,
no tomando del pelo, como lo hicieron durante todos estos 11 días. Sin embargo
la protesta continuó; viéndose marchas de múltiples campesinos que precisamente
por su condición de campesinos, en un país gobernado por un cuasi “rey” no iba
a rebajarse a negociar con ellos algo que de hecho se daba por descontado,
renegociar los TLC´s en cuanto al componente agrícola.
Los
diferentes TLC que el país firmó durante el gobierno de Álvaro Uribe y el de Santos condujeron a una
clara desventaja competitiva de parte de los campesinos colombianos. Competir contra
países que brindan ayudas económicas a sus cultivadores, como es el caso de Estados
Unidos y de la Unión Europea, en un país que no brinda ayudas, pero por el otro
lado sí cobra una alta carga tributaria tanto a sus agricultores, como a sus industriales, genera lo que en economía
se conoce como desventaja competitiva. No sé si el gobierno ha sido demasiado
ciego, como para no ver esto, o más bien
ha sido demasiado sádico (Aquel que goza del dolor ajeno) para ignorar estos
pequeños detalles. Adicional a esto se suma una tasa de cambio que hace que los
productos colombianos sean supremamente costosos haciéndolos poco competitivos
en una economía mundial. Pero como si esto no fuese poco, se suman unas
profundas deficiencias y dificultades a nivel de carreteras y vías de comunicación,
en donde el transporte de la mercancía es costoso porque se carece de un
sistema masivo de transporte, como es el caso de ferrocarril y/o sistema
fluvial, en un país que tiene esta facilidad prácticamente en toda su
superficie. Pero así como son de ricos por tener la fortuna de estar asentados
sobre estas tierras, son vivos, oportunistas, perezosos y rateros.
En
Colombia se cumple el proverbio que reza "¡Coma de su cocinado!" para aquel que tiene que
soportar las consecuencias de sus acciones mal encaminadas. El presidente
Santos que tanto se ufanaba de ser un gran presidente por concretar tantos TLC
(A este momento hay 13 TLC en vigencia, 3 firmados y 4 en negociación) podría
calcular los devastadores efectos que estos TLC traerían al sector rural
colombiano. Sobre todo teniendo presente la historia reciente de violencia y
desplazamiento forzado producto de fuerzas criminales rebeldes, como es la
guerrilla y los otros, que para efectos prácticos son igual de nocivos y
devastadores para la población. Sin embargo también en Colombia los precios de
los abonos y fertilizantes se encuentran sobre valuados, ya que no hay claridad
ante lo que está llegando producto de los TLC, y menos aún algún organismo que
los entre a regular, lo que conduce a continuar elevando el precio del producto
final.
Pero eso sí, los salarios, son de los más bajos
del continente. Resultado de esta terrible formula; pobreza y rencor entre los
pobladores.
Resolver esta serie de reveses es complejo y más
aún cuando se ha venido negociando (¿o repartiendo?) el país con los criminales
de las FARC, en una negociación que si fuese conveniente para los ciudadanos o
población en general, hace rato que se hubiera contado todo lo que andan
negociando, pero como lo que se está negociando es así de injusto, es mejor
callar. Gobernar así. Cuando además se carece de políticas claras de gobierno,
en donde se está permanentemente improvisando, y en donde no se alcanzan a
medir los efectos de las políticas, se convierte en una fórmula altamente riesgosa
para la estabilidad de una nación.
El punto no es si derrocar al presidente, no, el
punto es una vez derrocado ¿cómo volver a tener orden y progreso en esta
sociedad?
Muy seguramente el gobierno logrará negociar con
los líderes del paro y todo volverá a lo mismo que siempre, pues en este país
la poca oposición que existe, saborea el dulce de la mermelada sobre la
tostada, con lo cual es imposible que algo hagan para oponerse. Lo único
certero es que los campesinos en unos pocos meses estarán igual o más
perjudicados, pues ya todos los TLC’s habrán perfeccionado su política de
acabar con todo lo que se produce en el país, y en ese momento nos lamentaremos
por haber estado asqueados de mermelada, cuando pudimos haber estado haciéndole
oposición a unas políticas de gobierno claramente perjudiciales para el futuro
del desarrollo de la población colombiana.
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